Siento una opresión en el pecho. Afuera llueve. Adentro también. Construyo una pared llena de ladrillos para que nadie me alcance. Tengo más de mil deseos sin concretar. Tengo más de mil historias para contar. Llevo mi cara tapada de maquillaje. Un maquillaje que llamamos sonrisa. Ese niño que fui, aunque latente todavía exige. Todavía demanda. Todavía me hace berrinches. Todavía quiere ver sus sueños concretados. Es más fácil ser un payaso triste, que un triste payaso. Al fin y al cabo la gente disfrutara de mi.
Me miro nuevamente. No soy eso. No quiero eso. Todo lo que quiero parece escurrirse entre mis dedos. Parece que mi misión se perdió en algún pergamino. Parece que mis deseos son tan intensos como imposibles. Parece que perdí la lámpara mágica. Sumando. La Soledad.
Espero.. Espero… siempre espero. Todo el tiempo.
Me observo en el espejo nuevamente. Me quito mi disfraz. Cambio mis pensamientos.
A mi reflejo le recito: Voy a ser sincero. No mentiré nunca más. No pretendan que sea hipócrita. Soy transparente. Voy a decir mi verdad ante todos. Seré fiel.
Sobre todo a tí.

