martes, 3 de agosto de 2010

Eones 2

Y el caballero se dedicó a correr…. Corrí por esa calle empedrada que conozco casi de memoria. Caminaba casi volando por ese lugar mágico en donde me perdí en tus oscuros ojos. Y visualizo tu energía desde 200 metros antes. Es la plaza pública. Entre la multitud de mercaderes, te encuentro. Algunos faroles débiles iluminan tu rostro. Te materializo de la nada misma, porque soy un Alquimista. Ahí estas donde te veo.
Te veo igual, aunque diferente. Me sigo enamorando de vos, con cada gesto, con tu voz, con tus ojos, con tu sonrisa. Con las pecas de tus hombros ocultas bajo tanto ropaje.
Hace un frío atroz, que se prolonga al tono de la conversación inicial. Pero te siento, te veo, estas ahí.
Sos vos. No has cambiado tanto. Al menos para mí.
La esencia se mantiene, y como Alquimista, solo me enamoro de la esencia, y de eso me enamoré. Tu cabello luce distinto, y hay nuevos dibujos en tu piel, que aun no pude descubrir. Hay menos marcas de tristeza en tu rostro, aunque debo confesar que extraño las antiguas. Pero tu perfume, el de siempre, se adhiere a mi bufanda y me recordará mágicamente mas tarde que te vi de verdad.
Me miras a través de dos cristales. El de tus lentes, y el de tu experiencia. Y lo entiendo.
Se que debo pagar con sangre por cada lágrima innecesaria que hayas derramado por mí. Y estoy dispuesto al sacrificio.
Se que deberé compensarte por lo no dicho, por lo no hecho. Se que deberé subsanar lo dicho en tormentas de ira, de alguien que nunca fui. Se que deberé pedirte perdón sin cesar, hasta que mis disculpas calen en tu corazón.
Te conozco hace eones, venimos reencontrándonos infinitamente, y esta vez no será la excepción. Te escucho. Te siento. Callo por primera vez y me dedico a disfrutarte. A mirarte. A sonreírte. A darte la mueca de mi sonrisa que tanto te gusta.
Se cuanto has sufrido por amor, pero solo fue por no haberme encontrado, o por haberme encontrado en circunstancias de guerra, de sedición. Pero no será esta vez. Esta vez no voy a ceder ante nada externo. Vengo dispuesto a compartir toda mi magia con vos. Estoy en paz.
Estoy dispuesto a dejar mi reino, por tu aceptación. Y se que vales mucho mas que todo el oro del mundo.
Te entiendo en cada detalle. Nos comunicamos de una forma tan sutil, tan sana, y tan fuerte, que no puedo dejar de escucharte. Ni quiero.
Aunque el frío en la plaza pública sea excesivo, siento el calor de tu corazón, y me iluminas y llenas de vida con cada sonrisa, con cada gesto, con cada mirada cómplice.
Y no tiene nada de prohibido tentar al destino. Y no tiene nada de negativo luchar por lo que se quiere. Y no voy a renunciar tan fácilmente. Ya te dejé ir de diferentes formas, pero siempre vuelves a mí. Es innegable, estamos ligados por algo más.
Y no sería volver sobre mis pasos, sino trazar una nueva senda, a sabiendas que no podemos estar separados, porque estamos hechos el uno para el otro.
Y no es algo del momento, porque lo vengo sintiendo hace siglos. Y no pienso dejar pasar un minuto más, aunque se me vaya la vida en ello, sabiendo que estás en el reino vecino, y que podemos darle un final feliz a todo.
Mientras tanto me dedico a pensarte. A enviarte mis deseos, mis abrazos, mi energía, mi amor. Se que los percibís porque sos una persona especial. Porque sos mi otra partícula infinita. Aunque no lo digas, te escucho, te veo, te siento. Estoy ahí.
No me preguntes de donde vengo, porque ya sabés. No me pidas que renuncie porque se que no quisieras. Percibo que te he y te han lastimado tanto, que quizás deba saldar mis errores y los ajenos. Y por mi fortaleza, sé que soy capaz de hacerlo. Tambien sé que toco tu corazón de una forma que te irrita. Porque no tiene explicación alguna. Porque lo veo en tu mirada. Por el tono de tu voz, llena de varios Si encubiertos.
Te Amo, y te he amado desde el primer momento. Y de hecho llegó el momento de conocerme sin armadura. De conocerme sin murallas. De que encuentras al Alquimista vulnerable que soy, y que ya conoces muy bien, ese que en tu cama te miraba con los ojos hinchados y te sonreía.
No te quedan heridas de la última batalla con mi padre. Esa batalla quizás nunca existió.
Te espero sin límites, hasta el final de los tiempos.
Solo espero la venia, para cruzar a tu reino. Para que reinemos juntos felices por siempre, por siempre jamás.
Soy tu príncipe.
El hijo del Rey.
Y ninguno de los dos ha muerto.
Estoy mas vivo que nunca.
Por vos.

Te acordás de mi?